Así piensan los ejecutivos cuando toman decisiones

Aunque en el mundo suena cada vez más fuerte el concepto de big data –paquetes de datos masivos que cubren informaciones diversas, desde transacciones económicas hasta contactos de Facebook- los altos ejecutivos todavía prefieren confiar en su propia intuición a la hora de dar un paso importante.

Según un informe elaborado por PwC, entre las más de 1000 personas encuestadas alrededor del mundo, el 58 por ciento de los ejecutivos afirmó que se guían por factores más ligados a una percepción personal. Esto se suma al 28 por ciento que recurre, también, al consejo y experiencia de otros. Mientras sólo el 29 por ciento evalúa sus decisiones a partir del análisis de datos.

A pesar del fuerte desarrollo tecnológico que ha tenido el entorno empresarial en los últimos años, uno de los motivos por los cuales el análisis de datos no ocupa un lugar preponderante es, paradójicamente, algo tan simple como un tema de puntualidad: muchas veces, la información relevada no está en las manos de los directivos al momento de hacer una elección. De hecho, a diferencia de lo que se suele pensar, muchas veces estas decisiones no obedecen a una estrategia o un plan deliberado, sino que se trata de aprovechar el momento.

Cuando se analiza el motivo que impulsa sus accionar, el 30 por ciento lo hace para aprovechar oportunidades que se presentan; un 25 por ciento lo hace después de haber retrasado la decisión; un 18 por ciento porque sigue una estrategia de negocio; 15 por ciento lo hace de manera experimental; 9 reactivamente y un 4 por ciento porque se ve obligado a hacerlo.

El estudio también indaga sobre cuáles son las decisiones que ocupan la mente de los empresarios y qué proyectan para los próximos doce meses. Entre las cinco más importantes, aparece como prioridad aquellas relacionadas con el crecimiento de los negocios. En segundo lugar, se encuentran las actividades orientadas a colaborar con la competencia, seguidas por la reducción del tamaño de algunos de los mercados en los que operan estas empresas; la generación de nuevos negocios y, finalmente, asuntos vinculados con la financiación de la compañía.

Resulta paradójico que sean las decisiones más importantes –las relativas al crecimiento y con las que persiguen aumentar la rentabilidad y los ingresos de sus empresas– para las que estos ejecutivos se sienten menos capacitados (se califican con un 7,4 sobre diez). Por el contrario, las relativas a la puesta en marcha de nuevos negocios y la reducción de actividades en las que están, son para las que se encuentran más preparados (se califican con un 7,7 sobre diez).

Fuente: apertura.com