Top 10: Invertir para ganar

Una buena inversión es aquella que se ajusta a las necesidades de cada inversor.
Hay que tener en cuenta el riesgo y los objetivos deseados. Los instrumentos financieros de renta fija son los más valorados por los argentinos. Ganarle a la inflación es el desafío. Por eso son hoy las opciones conservadoras que pueden superar el 25% anual para incrementar de forma segura el capital. Los bonos soberanos de Venezuela son una de las elecciones para los más osados. Hasta ahora pagan y rinden más del 30%. Entre los instrumentos financieros más demandados están los bonos, las obligaciones negociables, los fideicomisos inmobiliarios y agropecuarios, la compra de inmuebles en boca de pozo y la renta por el alquiler de campos agroganaderos.

Las apuestas a tasa de interés, cómo por ejemplo la Badlar, son moneda corriente en el mercado local. Según fuentes del sector, en la Argentina hay US$ 7.000 millones invertidos a tasa Badlar, que da un 1% anual de rentabilidad.

1 Bonos en dólares
“Ley Argentina”
Aún en tiempos de ruido judicial, en medio de la batalla con los holdouts por la deuda que todavía está en default, los bonos soberanos emitidos en dólares siguen en el centro de la mira de inversores y ahorristas por igual.

La clave, hoy por hoy, está en esquivar el riesgo de default que sufren los títulos soberanos regidos por las leyes de Nueva York. Los bonos de cortísimo plazo y los regidos por la ley local están exentos de ese riesgo.

Este mes, el mercado se está despidiendo de uno de los papeles más populares: el Bonar VII. El 12 de septiembre este bono alcanzó su último vencimiento y el Tesoro canceló US$ 2.000 millones de capital y US$ 70 millones por intereses. Los títulos “cortos” –los que vencen en poco tiempo– funcionan como una alternativa al mercado cambiario en momentos en los que el acceso a divisas está trabado.

Los ahorristas que compraron el Bonar VII en sus últimos días de vida pagaron unos $ 860 por cada US$ 100 que recibieron el día de su vencimiento. Es decir, compraron dólares a $ 8,60, una alternativa fácil y legal de obtener dólares al precio paralelo, sin tener que recurrir al mercado negro.

“Hay quien prefiere entrar en este título público considerando pura y exclusivamente el objetivo de dolarizar sus ahorros, asumiendo el costo algo mayor del tipo de cambio que está implícito en tanto la cotización actual del bono”, opina Mauro Morelli, de Rava Sociedad de Bolsa.

La gran pregunta en el mercado es qué hacer con los dólares del pago del Bonar VII –si es que uno prefiere invertirlo– o, en su defecto, a cuál de los bonos que siguen cotizando destinar ese capital. La respuesta no es lineal: no existe un bono corto que pueda hacer las veces de referencia cambiaria después del Bonar VII.

Los que sí existen son bonos de mediano plazo con buenas perspectivas de
rendimientos. En especial, los preferidos del mercado son los títulos “ley Argentina”, es decir, regidos por los tribunales locales, ya que están exentos de las consecuencias de una derrota judicial en las cortes de Estados Unidos.

“En cualquier caso el inversor que quiere dolarizar o ser tenedor de un activo menos riesgoso ya sea porque no está atado directamente a sensibilidades correspondientes a coyunturas como el litigio entre Argentina y holdouts, puede migrar del Bonar VII hacia el Boden 2015 o si se apuesta a más largo plazo, hacia el Bonar X”, explica Morelli.

2 Tasa de interés
Los rendimientos en pesos de los depósitos a plazo fijo están lejos de ser atractivos, sobre todo para el ahorrista minorista. La tasa mayorista Badlar que se paga por depósitos de más de $ 1 millón está encima del 17,5% en promedio luego de arrancar el año en torno a los 12 puntos porcentuales. Hasta mediados de agosto la tasa Badlar promedio de bancos privados se situaba en 17,63% cuando en el mismo mes del año pasado se ubicaba en 13,93%.

En esos días, llegó a tocar un récord de dos años ya que desde diciembre del 2011 que la tasa mayorista de los bancos privados no llegaba al 18%, de acuerdo a la serie que da a conocer el Banco Central (BCRA).

Ahora bien, aunque grandes empresas consigan rendimientos del 18,5% por sus depósitos, siguen siendo rendimientos por debajo de la inflación que el índice Congreso calcula cerca del 25% anual, pero al menos se trata de una resistencia digna frente a la escalada de los precios.

El truco, entonces, está en buscar cómo aprovechar la tasa que perciben los inversores mayoristas con un capital menor a $ 1 millón (los plazos fijos minoristas rara vez pagan más de 14% a 30 días).

La suba de la tasa de interés atrajo la atención de los inversores a bonos ajustados por tasa de interés. Bonos en pesos como el Bonar 2014 o el Bonar 2015 están siendo objeto de apuestas de mediano plazo, de cara a previsiones de suba de la Badlar que llegan al 20% para fin de año, como estima Bank of America Merrill Lynch.

En julio, la consultora Elipsis agregó a los bonos ajustados por Badlar a las recomendaciones que hace a sus clientes. “Durante junio, el Banco Central consolidó el giro hacia el sesgo más contractivo que insinuara desde el mes de abril. La tasa Badlar podría continuar incrementándose”, explicó la firma en un reporte. Esta es una apuesta de corto a mediano plazo y riesgo alto.

Otra forma de captar la suba de la tasa de interés, menos riesgosa pero también menos rendidora, es a través de fondos comunes de inversión de “mercado de dinero”.

Estos vehículos suman las inversiones de distintos titulares para sumar poder de negociación y obtener así rendimientos mayoristas. De acuerdo al plazo al que apunte cada fondo –los hay de administración de liquidez de muy corto plazo, con rendimientos anuales en torno al 12% y de mediano plazo, más cerca del rendimiento de la tasa Badlar– se puede calcular las expectativas de ganancia. Una gran ventaja de los fondos por sobre los plazos fijos es que no es necesario inmovilizar el dinero durante 30 días: las posiciones en esos vehículos se pueden liquidar en plazos que van de las 24 a las 72 horas.

3 Acciones extranjeras
La imposibilidad de acceder al mercado cambiario para hacerse de divisas, vigente desde julio de 2012, ha dificultado seriamente las posibilidades de invertir fuera del país. Sin embargo, el mercado local ofrece alternativas para apostar en pesos mediante la compra de acciones que cotizan en el exterior y, en el caso de quien ya tenga los dólares en blanco o los que tengan cuenta en el exterior, existen vías de inversión sencillas para volcar esos excedentes.

Vayamos, primero, por las opciones que existen el mercado local. Desde los ‘90 existe en el país la posibilidad de invertir en acciones de empresas que no cotizan en el país a través de los Certificados de Depósitos Argentinos (Cedears).

Los Cedears son papeles emitidos por bancos que operan en el país y que representan a acciones que no cotizan en los mercados locales. Por cada serie de Cedears en pesos existente en Buenos Aires hay un fondo en dólares equivalente operando en Wall Street. Por esta vía, entonces, se puede invertir en cualquier acción neoyorquina –o brasileña, para mencionar las más usadas– sin tener que hacer ninguna operación cambiaria.

Entre las principales ventajas de esta opción está que su incorporación permite diversificar una cartera –por ejemplo, acceder a empresas de sectores que no cotizan localmente, o papeles con atractivas políticas de dividendos–, y lógicamente con un riesgo diferente al de los activos locales. También es una forma de dolarizar un portafolio: un Cedear de Apple, por ejemplo, no ajusta su precio sólo al movimiento de la acción en el mercado tecnológico Nasdaq. Como su precio está en pesos, ajusta al valor en dólares de la acción de la firma y al valor del dólar –paralelo– en el mercado local.

Así, mientras que a mediados de agosto la acción de Apple perdía 5,28% en Wall Street en todo 2013, el Cedear correspondiente a la misma acción ganaba 23% en el mismo plazo. La diferencia se explica por el avance del dólar “implícito en activos”, es decir, al tipo de cambio al cual se calcula el valor en pesos de un activo en dólares: un dólar que subió casi un 30% en el año.

Reservado para inversores que ya cuentan con tenencias en dólares, las sociedades de Bolsa locales también permiten la posibilidad de operar en forma directa en el exterior. Las sociedades locales exigen, para esto, una inversión no menor a US$ 10.000 y ya se puede operar en cualquier plaza (NYSE, Nasdaq, Bovespa) del mundo.
Para quien opta por no destinar divisas a un mercado tan volátil, conviene optar por ETFs (Exchange-traded fund). Un vehículo similar a un fondo común de inversión, pero que cotiza en bolsa como una acción.

4 Fideicomisos inmobiliarios
En contextos inflacionarios, y más aún sin la posibilidad de comprar divisas, siempre es bueno adquirir bienes. Y, entre los disponibles, la inversión en ladrillos se mantiene como una de las preferidas para el paladar de los argentinos más conservadores. Un excedente de pesos de relevancia es un agujero negro en la cartera de cualquier inversor local. Cualquiera que haya guardado sus pesos ociosos durante los últimos doce meses a agosto acumuló un déficit en dólares del 21% (lo que se devaluó el dólar oficial en ese período) sin grandes dificultades.

En comparación con el avance de los precios, perdió cerca de 25% en el mismo plazo si nos guiamos por el índice de precios que publica el Congreso.

Una de las salidas que todavía quedan para invertir pesos y obtener una rentabilidad parecida a la inflación privada es gerenciar un pool de inversiones mediante la figura de un fideicomiso financiero inmobiliario.

Claro que este es un momento particular para el mercado inmobiliario. En junio, último dato del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, la cantidad de escrituras concretadas cayó 44,7% respecto al mismo mes del año anterior. Y eso que la base de comparación es baja: en junio de 2012 las escrituras caían 17,2% en comparación con mismo período de 2011.

“En un mercado muy golpeado, el fideicomiso es lo único que funciona”, explica Germán Gómez Picasso, de Reporte Inmobiliario. “Los inversores estaban acostumbrados a transformar las unidades en dólares en forma casi inmediata, ahora eso es más difícil”, dice. Administrar un fideicomiso inmobiliario no es cosa de principiantes: conviene asociarse con desarrolladoras de probada experiencia.

El activo más preciado, la tierra, es el punto de partida. El proyecto promedio es un edificio de tres plantas, en barrios de la zona Norte de Capital y del Gran Buenos Aires requiere de un terreno de entre US$ 250.000 y 300.000.

La inversión total necesaria para llevar adelante la obra es de unos US$ 800.000 en total, que suelen ser puestos en un 50% por los emprendedores y el resto por inversores individuales (los que compran desde el pozo). El tiempo promedio de obra es de 17 meses. Sin embargo, las dificultades propias del mercado actual –alto nivel de inflación y la caída de las ventas– hizo que los desarrolladores estiren los plazos de obra para abaratar las cuotas que les solicitan a los inversores.

Una vez armada la sociedad y diseñado el proyecto de construcción, la mayor parte del trabajo consiste en buscar compradores/inversores que quieran hacerse de una propiedad pagándola en pesos.

“Es una buena alternativa para destinar pesos. Pero el futuro del mercado, en dólares, no es predecible”, sugiere Picasso. Los gerenciadores de un proyecto pueden aspirar a una rentabilidad moderada que va del 20% al 30% en pesos en los dos años que dura un proyecto. A más largo plazo, si desean conservar el inmueble para alquiler y venderlo en tiempos mejores, es difícil calcular la rentabilidad. Se estima que el precio del m2 seguirá creciendo en los próximos meses. Los cambios impositivos, como gravar con ganancias los fideicomisos, pueden impactar en el negocio inmobiliario.

5 Ladrillos desde el pozo
Transformar pesos en ladrillos no es una alternativa reservada para emprendedores. Salvo que el inversor interesado esté buscando comprar su vivienda o un departamento o cochera para alquilar, las “compras desde el pozo” están en un auge relativo en momentos en los que el mercado de inmuebles usados se encuentra en franca caída por las trabas cambiarias.

Si de lo que se trata es de invertir pesos excedentes, la mejor opción son los departamentos de hasta dos ambientes (los más demandados para compra y alquiler) y las cocheras en zonas muy habitadas. Unidades de mayor tamaño no son la mejor idea: la rentabilidad por m² es menor y la demanda también.

Un departamento de dos ambientes en la Ciudad cuesta hoy $ 1 millón. La primera cuota asciende al 40% del valor total de la propiedad, unos $ 400.000 de inversión inicial para la construcción de un departamento.

En el caso de las cocheras desde el pozo, la inversión inicial puede empezar desde los $ 90.000 mientras que, en los últimos años, ha ido creciendo la alternativa de invertir en espacios de guarderías náuticas, donde la inversión inicial es de $ 50.000.
Tras ese primer desembolso, el resto del valor se paga en cuotas hasta la concreción del proyecto, es decir por entre uno y dos años. Los precios de las cuotas se ajustan por el índice de la Cámara Argentina de la Construcción, que avanzó un 23% en los últimos doce meses. Lo primero, entonces, es buscar cuál es el emprendimiento que le conviene. La Cámara Argentina de la Construcción, la consultora Reporte Inmobiliario y la sección clasificados del diario son sitios más que suficientes para iniciar la búsqueda.

Una vez terminada la obra, las alternativas para el inversor son vender la propiedad o ponerla en alquiler. La clave de toda inversión está en nunca salir de un mercado bajista, así que en caso de querer vender, conviene hacerlo en el futuro. Mientras tanto, el alquiler garantiza un ingreso.

Según números de Reporte Inmobiliario, la renta para un departamento usado de tres ambientes en Barrio Norte era del 2,88% en dólares. Cocheras y cocheras náuticas ofrecen una rentabilidad aún mayor.

6 Joyas y obras de arte
Los diamantes y joyas siempre fueron un resguardo de valor para los ahorros en tiempos de alta volatilidad para los mercados financieros. Pero más allá de la protección de los ahorros, con algo de audacia y mucho de investigación previa, se puede aspirar a transformar estos bienes en una inversión más que rentable.
La edad sienta bien tanto a las joyas como a los diamantes. Sin embargo, según dicen los expertos, la relación es más lineal con unos que con otros. Los diamantes suelen ser siempre rentables a mediano y largo plazos, mientras que las joyas pueden ser más volátiles de la mano de los mercados de metales preciosos.

“Lo importante para que una joya se valorice por encima del precio de sus componentes en el mercado es invertir en pieza únicas y exclusivas”, dice Fabián Testorelli, titular de la cadena de joyerías Testorelli 1887.

Una inversión mínima, orientada a conservar el valor, parte de los $ 5.000, mientras que una apuesta de largo plazo con expectativas de generar una rentabilidad parte de los US$ 20.000. El primer valor corresponde a un prendedor o dije de oro con un brillante, el primer escalón para entrar a este mundo, mientras que el segundo de los valores corresponde a una pieza de cinco quilates con un diamante de calidad. “El precio del oro tuvo sus vaivenes, pero el de los diamantes ganó 20% en dólares desde 2010 y las perspectivas a futuro es que esas piezas escasearán cada vez más”, concluye Testorelli.

Entre las recomendaciones para ingresar a este mercado es informarse bien y reclamar certificados de autenticidad de las piezas, cuando resulte necesario. En segundo lugar, rara vez una ganga sea tan atractiva como parece: conviene invertir fuerte y en lugares con trayectoria para asegurarse su inversión.

Para quienes prefieran las bellas artes por sobre las joyas, también existen alternativas de ahorro. Los profesionales del sector aseguran que las obras de arte locales, hasta hace poco valuadas en dólares, han terminado siendo pesificadas como resultado de las trabas cambiarias. El percance resultó una bendición, ya que con los precios pasados a pesos –y con los inversores sin alternativas para ahorrar en divisas–, las ventas se han disparado.

Según la Asociación Argentina de Galerías de Arte (AAGA), la barrera de acceso para invertir en arte parte de los $ 5.000. Según aseguran en la asociación, el control cambiario trajo un aumento de actividad en las obras que están por debajo de esa cifra.

El beneficio de invertir en arte es que rara vez pierden su valor. De hecho, el tiempo siempre suele jugar al alza para este tipo de inversiones. Claro que la compra no está exenta de algún desafío intelectual que hace más seguro el andar de los conocedores que el de los recién iniciados. Asesorarse es vital en este mercado.

7 Fideicomisos agropecuarios
Una alternativa para inversores ávidos de ganancia y tolerantes al riesgo son los fideicomisos agropecuarios. Los más comunes son pools de siembra que se dedican a la producción de granos y oleaginosas en la pampa húmeda, pero también hay fideicomisos dedicados a la producción de trufas, aceite de oliva y hasta madera para papel.

El fideicomiso es una figura jurídica que permite proteger a los inversores sin los problemas de crear una sociedad anónima, además de permitir algunas comodidades tributarias. Como ya se dijo, los más comunes se dedican a producir en la zona más productiva del país y con el cultivo más común es, claro, la soja.

Para entrar, se necesita una inversión inicial de unos US$ 10.000, que pueden ser puestos en pesos al tipo de cambio oficial (unos $ 56.000). “Hasta hace poco todo se manejaba en dólares, pero desde que están las trabas cambiarias la mayoría se maneja en pesos al tipo de cambio oficial”, afirma Sebastián Olivero, director de Agro TECEI Consultores.

La duración de la inversión rara vez es menor a los dos años, porque al tratarse de una actividad agropecuaria una duración menor haría muy riesgosa la apuesta. Al distribuir el riesgo climático y de precios del mercado al menos en dos años, las chances de que la apuesta dé frutos son mayores. Fideicomisos orientados a otras producciones, por ejemplo la plantación de olivares, pueden superar los 10 años de duración por las características propias del cultivo.

El rendimiento de los fideicomisos agropecuarios promedió 15% en dólares anual en los últimos cinco años. En la era dorada de la soja, llegó a rendir 25% al año. Pero el movimiento de los precios de las últimas campañas ha tornado más pequeños a esos márgenes. “Para la campaña 2013/14 esperamos que el rendimiento esté por debajo del promedio de los últimos cinco años, por como vienen los precios de las oleaginosas y lo que se prevé respecto del clima”, comenta Olivero, que supervisa al fideicomiso ADBlick.

Quizás la tarea más difícil para el inversor de esta opción sea decidircon quién invertir su dinero. La cadena de comercialización de los fideicomisos agropecuarios es despareja en cuanto a operatoria y son pocos los portales o sociedades financieras que los ofrecen como parte de su cartera. El boca a boca en zonas agropecuarias es la principal forma de publicidad pero, si usted es completamente ajeno a esas regiones, en las revistas del rubro es dónde suelen publicitar los emprendimientos que están buscando fondeo.

8 El otro lado del consumo
En un contexto inflacionario, en el que los pesos queman en el bolsillo, nunca es mala idea adelantar el consumo de bienes durables para –ante la alternativa de la desvalorización futura de la moneda–, al menos hacerla valer en el presente. De ahí el boom de consumo que hizo que en 2012 creciera un 56% la venta de televisores y casi un 30% la de smartphones. Según el Observatorio 2013 del banco francés Cetelem, hoy 7 de cada 10 personas incrementaron sus compras con tarjetas de crédito, aprovechando la financiación.

El auge del consumo tiene dos caras: así como muchos aprovechan para equiparse pagando bienes en cuotas, están quienes fondean esas cuotas y hacen ganancias con los gastos ajenos.

Parte del mercado de crédito al consumo, el que se maneja por fuera de los bancos, se fondea en el mercado de capitales a través de fideicomisos financieros de crédito al consumo. Estos títulos fondean los pagos en cuotas de las cadenas de retail –electrodomésticos, motos, vestimenta, tarjetas no bancarias, etc.– y, con la suba de la tasa Badlar, aumentaron sus rendimientos.

Se puede entrar en uno con apenas $ 1.000 a través de cualquier sociedad de Bolsa o plataforma de trading online, claro que por los costos de comisiones conviene multiplicar por cinco esa cifra para hacer valer los resultados. Los rendimientos, anuales, están entre el 18% y el 35%, según la emisión.

Con el nivel actual de las tasas, los fideicomisos más seguros están marcando un rendimiento hacia adelante del 21% anual, muy por encima de lo que paga un plazo fijo minorista. Otras emisiones han sabido llegar a pagar por encima del 30%. Claro que distintos rendimientos implican distintos niveles de riesgo, por lo que en las primeras experiencias en este mercado conviene ir de menor a mayor con las pretensiones de retorno. Los casos de fideicomisos fallidos se cuentan con los dedos de una mano, pero han existido.

La principal desventaja de estos bonos corporativos de mediano plazo es que hay que esperar la inversión un mínimo de tres meses, que es lo menos que suelen durar, antes de cobrar sus rendimientos.

9 Fondos comunes atados al dólar
La aceleración de la devaluación del peso que conduce el Banco Central (BCRA) convirtió en atractivas otras emisiones, consecuencia directa de la imposibilidad que tienen los inversores de operar en el mercado cambiario desde 2011.

Las emisiones provinciales y corporativas atadas a la evolución del dólar oficial –dollar-linked– están ganando adeptos todos los meses. El dólar mayorista, el que se utiliza para determinar los rendimientos que pagan los bonos atados a esa divisa, avanzaba menos de 12% en los primeros seis meses del año, en línea con una apreciación del 20% en lo que va del año. Pero en julio y agosto, como resultado de la presión que ejerce el real brasileño en el mercado, el Banco Central decidió subir un escalón al ritmo de deslizamiento del dólar.

La entidad oficial permitió que la divisa subiera a una velocidad consistente con un alza del 30% anual. De ahí que las emisiones atadas al dólar oficial hayan vuelto a las carteras de los inversores expertos. Al igual que los fideicomisos de crédito al consumo, los bonos atados al dollar-linked tienen una duración muy larga y poca liquidez –es decir, casi no tienen capacidad de reventa– en el mercado.

Con lo cual, comprar uno de estos bonos quizás no sea una gran idea en este momento, sobre todo si la inversión es minorista. Pero sí existen alternativas para subirse a la ola dollar-linked sin necesidad de manejar una cartera de inversiones enorme: los fondos comunes de inversión. Los fondos comunes dollar-linked son tan recientes como el corralito. La industria de administración de fondos vio rápido la veta: si eventualmente el tipo de cambio ajusta al alza, estas emisiones cubrirán de esa suba. “Nosotros ofrecemos un bono propio, de nombre Gainvest, que está ganando un 24% anualizado en lo que va del año”, dice Sabrina Corujo, de PortfolioPersonal.com

Según la especialista, más allá de ese bono, existen muchas opciones en el mercado orientadas a este tipo de emisiones. “Son muy rendidores para inversiones por encima de los $ 5.000. Es la mejor forma de invertir los pesos en el mercado formal en este momento porque en caso de querer contar con el dinero, se puede retirar en un plazo de 72 horas. En un plazo fijo, en cambio, hay que esperar al menos 30 días”, concluye Corujo.

Es una opción segura, que tiene una rentabilidad superior al plazo fijo. La Industria de fondos comunes de inversión creció más del 27% durante el primer semestre, aumentó su patrimonio en $ 12.224 millones.

10 Exprimir a la tierra
El boom de los commodities se está amesetando desde que la Fed estadounidense anunció que terminará con el dólar barato. Este es un año difícil para la rentabilidad agropecuaria: los cereales y oleaginosas perdieron casi un 24% de su valor; el azúcar, un 50%; y lo mismo ocurrió con otros cultivos.

Pero la demanda de bienes primarios se mantiene estable. El Banco Mundial estima que la demanda de comida crecerá 50% para 2030. Incluso China, cuyo menor nivel de crecimiento afectó a la baja los mercados de commodities, es un demandante sólido visto en perspectiva. La FAO (organización de las Naciones Unidas para la alimentación) calculó que sus importaciones de granos se duplicarían de aquí a 2022. China ya es el principal importador de leche. Aún así FAO estima que esas compras crecerán 60% en los próximos 10 años.

Invertir en tierras es buena inversión. Las inmobiliarias con proyección internacional ofrecen participar en pools de inversión para el desarrollo de nuevas áreas de cultivo. El mínimo para participar es de US$ 20.000 (el valor de 5 ha en una zona de baja productividad), aunque el monto recomendado es de US$ 150.000. IPP Global estima que los retornos son del 1% en el primer año de inversión, que se va ampliando al 14% anual a partir del noveno año.

Fuente: Forbes